El pasado 9 de abril tuvo lugar en el Centro de Acogida Proyecto Hombre un concurso de relatos cortos, con el cual se pretendía trabajar la capacidad creativa de los participantes.
El relato debía ajustarse a una serie de normas establecidas para su redacción y cada uno de ellos debía cumplir un requisito; incluir la palabra “Brújula”.
Los relatos presentados fueron valorados por todos, poniendo especial énfasis en la originalidad, presentación y redacción de los mismos. La implicación y motivación de los residentes fue muy satisfactoria, contando con la presentación de unos relatos excelentes.
Tras la valoración de los mismos y una exhausta y difícil deliberación, puesto que la mayoría cumplía todos los criterios de evaluación, se premió la participación de cada participante con un pequeño detalle.
El ganador leyó ante sus compañeros su relato, con un gran nivel de aceptación por parte de todos, y se le obsequió con un premio simbólico acompañado de un gran aplauso.
Relato ganador;
“La brújula y el reloj”
Era sé que se era, una brújula que estaba algo descontrolada, no tenía ni norte ni sur y mucho menos este y oeste.
Sus cuatro puntos cardinales eran mentiras, maldad, deshonor y poca palabra.
Aunque le aconsejaban que cambiara, no acababa de ver la realidad, día a día se fue encerrando en un cajón y la oscuridad, la soledad y el miedo se fueron apoderando de ella, pensaba que no servía para guiar a nadie.
Un día en el cajón se encontró con su amigo el reloj. Éste al verla tan mal le dijo, “¿Qué te pasa?”. “No encuentro el rumbo”, contestó la brújula. “Me he perdido y no sé dónde quiero ir y cómo vivir, a nadie le soy útil y estoy quedándome sola”.
El reloj sorprendido contestó “Eres más importante de lo que tú piensas”. La brújula con cara triste le dijo, “No, no soy tan precisa como tú, aunque los dos seamos esféricos y compartamos ajugas, yo no giro tan coordinada como tú, una aguja tras otra, no tengo números tan ordenados como tú, y no trabajo hora a hora minuto a minuto y segundo a segundo”. Y por supuesto ¡No confiaban ya tanto en ella como antes!
El reloj un poco contrariado le dijo “Esa es mi misión y trabajo duro para ello, pero si te lo propones y deseas cambiar serás lo que un día fuiste, capaz de guiar a personas a sitios inexplorados, e incluso dirigir a personas que se pierden al igual que tú. Sólo tienes que cambiar tus puntos cardinales, en vez de tener mentiras, cambiarlas por verdad, la maldad por humildad, la poca palabra por honestidad y tener honor”.
La brújula dio un giro completo a sus agujas y se propuso cambiar y ser la brújula que fue en el pasado. Capaz de hacer cosas y hacer sonreír al que estuviera a su lado, trabajar día a día cuando la necesitaran y recuperar el tiempo y lo que había perdido poco a poco.
Por supuesto lo más importante era guiar a su familia, a no tropezar como ella.
Ésta muy feliz dio las gracias al reloj y su vida giró para siempre.
Y colorín colorado, este cuento no ha terminado. Queda camino por andar pero al final se llegará.